El barrio de Vegueta.

El barrio de Vegueta posee un significado entrañable para la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria ya que constituye el lugar donde ésta tuvo su origen. Hoy día, este núcleo urbano es el centro histórico mejor conservado de las islas Canarias y en él, pasado y presente se dan la mano.
A pesar del enorme crecimiento de la ciudad, lo que entendemos por Vegueta está muy próximo a lo que consideraban nuestros antepasados. Este barrio se extendió históricamente entre los límites naturales que suponían el barranco de Guiniguada en la parte norte, el mar al naciente y una estructura montañosa al oeste. Al sur, una muralla defensiva que transcurría perpendicularmente al mar, cerraba y protegía el recinto urbano desde el siglo XVI. Hoy ya no existe, debido a su derribo a mediados del XIX, tal y como ocurrió con la muralla de Triana . Sin embargo, podemos imaginamos su emplazamiento siguiendo el trazado de las actuales calles Alonso Quintero y Hernán Pérez. Otros límites históricos han desaparecido. En 1970, la construcción de la carretera del centro tapó el cauce del Guiniguada, que delimitaba y separaba Vegueta de su vecino barrio de Triana. De igual modo, el límite natural del mar fue sustituido, en cierto sentido, por la carretera del sur. Al poniente, la estructura montañosa actualmente casi queda oculta bajo los superpoblados riscos de San Juan , San José y San Roque.

A pesar de todos estos cambios, ha pervivido la entidad histórica de Vegueta como barrio primigenio de nuestra ciudad y, por ello, invitamos a reconocerlo y descubrirlo. No existe mejor punto de partida que el lugar donde tuvo su origen. La actual plazoleta y ermita de San Antonio Abad ocupan el emplazamiento donde posiblemente estuvo establecido el Real de Las Palmas, campamento militar del último tercio del siglo XV ubicado en el margen derecho de la desembocadura del Guiniguada, a cuyo frente se encontraba Juan Rejón. Finalizada la conquista, hacia 1483, comenzó la primera urbanización de Las Palmas de G.C. y, a partir del citado campamento, poco a poco fueron surgiendo las primeras casas y los edificios oficiales, religiosos y de beneficencia, necesarios para atender las necesidades del recién nacido núcleo de población. Las construcciones iniciales siguieron un trazado de calles estrechas y sinuosas conformando manzanas irregulares que daban a la ciudad un aspecto medieval. Esta trama urbana persiste hoy día, pudiendo observarse en torno a San Antonio Abad y a la plazoleta de los Alamos, donde se erigían la antigua Catedral de Santa Ana (Iglesia Vieja del Sagrario) y el primitivo Hospital de San Martín, fundado desde 1481.

A lo largo del Seiscientos, se produce la consolidación de Vegueta como primer núcleo de población de Las Palmas de Gran Canaria, constituyendo, junto al barrio de Triana, el principal casco urbano de esta ciudad hasta el siglo XIX. Con el trazado de la plaza de Santa Ana a principios del XVI, comenzaron a instalarse en este espacio los edificios administrativos y religiosos más importantes, como la Catedral de Santa Ana (nombre relacionado con la anciana, supuesta Santa Ana, que indicó a los conquistadores el lugar más idóneo para instalar su campamento), el Palacio Episcopal, las Casas Consistoriales o Ayuntamiento, la Audiencia Territorial y la Casa Regental. Además, se establecieron en esta época el convento de San Pedro Mártir o de Santo Domingo y varias ermitas, como las de Nuestra Señora de los Reyes, Espíritu Santo y de la Vera Cruz. El diseño urbanístico de esta nueva zona de Vegueta en el siglo XVI experimentó un desarrollo mucho más organizado que el del núcleo primitivo de la ciudad y así, en torno a la referida plaza de Santa Ana, se levantaron manzanas rectangulares conformando una especie de trazado reticular que puede observarse actualmente en las calles circundantes a aquélla y a la de Santo Domingo. Este planeamiento de Vegueta respondía al tipo de ciudad castellana de la época, sirviendo de modelo a lo que con posterioridad se haría en suelo americano.

Tras la invasión holandesa de Van der Does en 1599, que trajo consigo la destrucción de las mejores edificaciones del barrio, se produjo, a lo largo de la siguiente centuria, un proceso de reconstrucción de la mayoría de los inmuebles de carácter civil, religioso y privado. Este evento afectó a los conventos, ermitas, Casas Consistoriales, Palacio Episcopal, etc. Asimismo, en el siglo XVII se edificaron dos nuevos cenobios en Vegueta, el de las Bernardas Descalzas de San Ildefonso y el de San Agustín, que vinieron a acentuar el carácter conventual que tenía esta ciudad desde el Quinientos.
A lo largo del XVIII y XIX, van a producirse diferentes remodelaciones urbanas dentro de Vegueta, especialmente las que tuvieron lugar con la llegada de los ideales ilustrados y clasicistas a partir de fines del siglo XVIII, y las que fueron consecuencia directa de las desamortizaciones decimonónicas. De hecho, la actual configuración del barrio se basa primordialmente en la labor desamortizadora del pasado siglo, que supuso la privatización de los tres conventos ubicados en aquel recinto además de la venta de sus terrenos y dependencias como nuevo suelo urbano para crear plazas, viviendas y edificaciones públicas. Así, el monasterio de San Ildefonso fue derribado y sustituido por casas particulares, amén de servir de emplazamiento para el Museo Canario y el colegio Viera y Clavijo. De los conventos de Santo Domingo y San Agustín sólo quedaron las iglesias, que fueron convertidas en parroquias,pasando algunas dependencias a tener una función civil muy distinta de la original (beneficencia, cuarteles militares, centros docentes, etc.).
Por otra parte, en el siglo XIX encontramos en Vegueta una serie de instituciones que van a suponer la reactivación de la vida cultural de este histórico barrio. Nos referimos a la creación del colegio de San Agustín en 1844, a la constitución de una Biblioteca Municipal entre 1860-1869 y a la fundación de El Museo Canario en 1879. Estas iniciativas potenciaron el moderno desarrollo del barrio ya que, hasta la centuria anterior, el peso de la labor cultural estaba ligado a la Iglesia y, de modo especial, al Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción que fuera auspiciado por Carlos III.
Puede afirmarse que en el devenir histórico del barrio que nos ocupa han intervenido, favorable o desfavorablemente, las diferentes coyunturas políticas y económicas que se han sucedido a lo largo del tiempo. Vegueta, y en concreto la plaza de Santa Ana, ha sido escenario de acontecimientos políticos importantes a la par que se gestaban determinadas concepciones e ideologías. Por otro lado, las épocas de auge económico contribuyeron al embellecimiento de calles, plazas y fachadas, proporcionando a este conjunto histórico el carácter "señorial" con el que tradicionalmente se le ha identificado.

Valiosos testimonios mudos dan a conocer al transeúnte de Vegueta datos específicos sobre el pasado del barrio. Así, la nomenclatura de las distintas calles recuerda a sus antiguos moradores, a ciertos acontecimientos, actividades, personajes e instituciones que fueron relevantes en su día. A pesar del tiempo, algunas conservan su nombre original. Actualmente, paneles de cerámica instalados a iniciativa de El Museo Canario, registran la denominación antigua y al uso de estas vías. Dignas de mención son las calles de la Herrería (por el oficio artesanal que allí se desarrollaba); de la Pelota (por el "juego de la pelota"); de los Canónigos (López Botas); de la Recova (Mesa de León); de las Vendederas (Reloj); de los Portugueses (Colón), etc.
Dentro de la nómina de personajes significativos -en el campo socio-cultural y artístico grancanario-, que han residido en Vegueta, reseñamos los nombres del historiador José de Viera y Clavijo y del Obispo Encina (que habitaron en casas circundantes a la plaza de Santa Ana); del polígrafo Agustín Millares Torres (en la antigua calle de la Gloria); del imaginero José Luján Pérez (en el callejón de Santa Bárbara); del artista Manuel Ponce de León (plazoleta del Espíritu Santo); del político y periodista Nicolás Estévanez (en la plazoleta de San Antonio Abad); y del doctor Gregorio Chil y Naranjo (en la que fuera calle de los Canónigos).
Quisiéramos también dejar constancia de los nombres de algunos pintores que reflejaron su particular imagen del barrio de Vegueta. Citemos, entre otros, a Comas Quesada, Cirilo Suárez, Manolo Ruiz...



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