El mismo se encuentra catalogado como espacio natural protegido.
Aflora en un área donde se presentan materiales antiguos, de edad miocénica, correspondientes a la Serie Traquifonolítica. A su vez esta zona se sitúa en medio del amplio espacio donde asoma el llamado Complejo Basal, formación submarina, que supone el basamento insular, visible en contados lugares del Archipiélago.
El desmantelamiento erosivo ha sido el responsable de poner al descubierto este domo fonolítico. En su origen se presenta como una aguja o protusión, que sufre el empuje de la columna eruptiva. La erosión diferencial permite posteriormente la conservación del cuerpo central de lava masiva, más resistente, mientras que elimina los materiales escoriáceos externos, más débiles. Finalmente ha quedado un impresionante monolito, de verticales paredes, que alcanzan 250 metros de desnivel en su fachada Norte.
Dentro de una zona ampliamente afectada por la actividad humana, el Roque Cano se sitúa en un espacio donde la formación predominante es el sabinar (Juniperus phoenicea), si bien ya en las cercanías del Roque se evidencia una transición hacia el monteverde.
Es lugar de interesantes especies vegetales. Se señala una curiosa gramínea, el pajonazo (Brachypodium arbuscula). En las laderas del norte, es posible encontrar una cerraja (Sonchus regis-jubae), la lengua de pájaro (Globularia salicina) y la retama (Teline gomerae). Para la vertiente sur, se apunta un endemismo local, el Senecio hermosae, otra cerraja (Sonchus ortunoi), un verol (Aeonium viscatum)...