Municipio de Yaiza



En su término se estableció el primer enclave militar, fue el primer lugar de conquista y primer núcleo europeo del Archipiélago canario, conocido con el nombre de Rubicón, que por disposición pontificia pasó a convertirse su modesta capilla de San Marcial del Rubicón en Catedral erigié‚ndose en diócesis de Canarias en 1404.

Es el sur de la isla y comparte junto a Tinajo la ubicación en sus términos de la otra parte del Parque Nacional de Timanfaya , conocido también como las Montañas del Fuego, a las cuales se puede acceder bien en automóvil o a través de sus conocidas y pintorescas excursiones en camello que transcurren por los parajes insólitos y únicos de los alrededores del Parque Nacional de Timanfaya.

Yaiza es uno de los pueblos mejor conservados con los que cuenta el Archipiélago canario hasta el punto de que dispone de diversos premios de embellecimiento, sensación que percibe al momento cualquier visitante que pasa entre sus casas y calles bien adornadas con una gran variedad de plantas y flores.

Entre los atractivos turísticos que tiene, aparte de presentar un gran contraste de colores entre sus tierras negras, rojizas, y a veces, amarillas desérticas, hay que señalar a los Hervideros y El Golfo, con su lago natural, sendos fenómenos físicos que destacan por el magnetismo y atracción que proporciona en su contemplación; una vez atravesada la zona turística de Playa Blanca, llegamos a las famosas playas de Papagayo, una serie de calas recogidas y bien resguardadas que se conservan en su estado más natural y virgen.



También es imprescindible acercarse a las Salinas del Janubio, que tradicionalmente han sido fuente de ocupación y de actividad de la isla y que deja entrever la capacidad del hombre isleño para desarrollar una gran industria en su momento, simplemente aprovechando los elementos naturales a su alcance; el colorido que ofrece el proceso de evaporacién de la sal es uno de los efectos que más llama la atención en su presencia y que más atrae a su paso por este escenario natural que cuenta con una protección especial.



Desde prácticamente todo el litoral sur de la isla se puede divisar con fiel nitidez la isla de Fuerteventura y el islote de Lobos y que en apenas media hora en barco se pueden llegar a alcanzar.

Esta isla abrasada por el fuego ha desarrollado un inédito y peculiar paisaje, difícil de hallar en otras latitudes. La similitud con un paisaje lúnatico y cósmico sólo es cuestión de kilómetros y dimensiones.

Si sus 300 volcanes ahora extinguidos arrasaron con campos y pueblos, no pudieron llevarse, sin embargo, sus playas de arenas blancas y escarlatas, que esparcidas por toda su costa van cediendo al paso del cuerpo.


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