Isla de Tenerife

Por encima del Trópico de Cáncer, frente a las costas accidentales del Africa, en una línea invisible, privilegiada, que rodea el globo terrestre y sobre la que se sitúan algunos de los últimos paraísos del mundo se encuentra Tenerife, la mayor de las islas del Archipiéago Canario.

Apenas algo m ás de dos mil kilómetros cuadrados de abrupta geografía triangular que se remansa en calas y playas, cuando la tierra se acerca, rendida, al mar, ofrecen al visitate toda una serie de contrastes y atractivos que han convertido a la isla en una de las principales mecas del turismo eurotpeo e internacional.

Tierra legendaria para los antiguos navegantes y para los autores clásicos, que situaron aquí el ed‚én o el Jardín de las Hesp‚érides, hoy continúa siendo una joya natural, anclada en el Atl ático, en la que, aún manteniendo su inolvidable personalidad y sus encantos de siempre, se pueden hallar todos los lujos y comodidades para el relax el descanso, el placer y la diversión.

El clima.


Siempre hace buen tiempo en Tenerife. Siempre es primavera en la isla.

No se trata de un eslogan tirístico. La especial situación geográfica de Tenerife y la incidencia de una serie de factores favorables sobre la zona, como la caricia constante de los vientos alisios, mantienen unas temperaturas medias agradables durante un año. No hace frío en invierno, pero tampoco es, nunca, sofocante el calor en el verano. Durante las cuatro estaciones, el termómetro suele oscilar entre los veinte y venticuatro grados, y la temperatura del mar, en las playas es muy parecida a veces, superior a la ambiental.

Estos datos generales, aplicables, sobre todo, a las costas no debe traducirse por monotonía. La especial orografía de la isla, que alcanza los 3.717 metros de altura en la cumbre del Teide, y los propios alisios, dotan a Tenerife de toda una serie de microclimas que conforman uno m ás de sus múltiples atractivos. De modo que, en los meses invernales, resulta perfectamente posible tomar un refrescante baño en una playa o en la piscina de un hotel y, despu‚és, subir hasta las faldas del volcán para retozar en la nieve.

El mar.


El mar lo es todo para el isleño. Frontera y camino, esperanza y despensa, el horizonte por donde se van los amigos y regresan los sueños... Aquí es posible disfrutar de todas las actividades marinas en cualquier época del año. Y los puertos deportivos, con la alegre y colorista estampa de los yates y barcas flotando, impacientes, a la espera de enfrentarse a la ola y el viento, jalonan, aquí y all á, los recovecos costeros de Tenerife.

A veces, el isleño, confiado en su ancestral relacion con el mar, le pone coto o lo modifica o juega con ‚el para hacerlo m ás suyo y m ás atractivo, como en el caso de la playa de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife, la capital de la isla, o en el del imaginativo Lago de Marti ánez, en el Puerto de la Cruz.

C álido siempre, el Atl nático que rodea Tenerife, muestra sus diferentes aspectos al visitante, calmo y relajado en la arena de las playas; blanco de espuma y plata en la roca del acantilado y esconde, en su interior, los tesoros de una fauna y una flora que deslumbran al submarinista y el amante de la fotografía acu ática.

Algunos veleros remozados brindan al turista inolvidables excursiones por la costa y modernas embarcaciones realizan viajes y minicruceros entre las islas.

Desde el sur tinerfeño, por el camino del mar, se enlaza con La Gomera, una isla cercana, agreste y hermosa, que ha sido declarada, en su casi totalidad, Patrimonio de la Humanidad.

El Paisaje.



No puede hablarse del paisaje, de un paisaje de tenerife, sino de todo un mosaico increíble de paisajes. Las mismas razones que explican la variedad de microclimas, son la base de esta fantástica mezcla de perspectivas, de colores, de aromas, de panorámicas distintas que nos van sorprendiendo a cada paso, cuando recorremos la isla, produciéndonos la impresión de que, en breves kilómetros, hemos cambiado de país, de continente incluso.

Generalizando mucho, podríamos decir que, paisajísticamente, Tenerife se divide en un Norte verde, húmedo, con una vegetación m ás frondosa, y un Sur más seco y ocre, salpicado de plantas adaptadas al sol intenso, como ciertos tipos de cactus, cardones, tabaibas... Pero, eso sería francamente simple.

Porque, adem ás, está la cordillera de Anaga, verdadera espina dorsal de la isla, en cuya cresta florece, lujuriosa, la laurisilva, una reliquia vegeral prehistórica que tiene su último refugio en el archipiélago.

Porque, adem ás, est án los barrancos casi inaccesibles-algunos, sorprendetemente bellos y ajenos al tiempo y al mundo, como el del Infierno. Y las playas, de arenas negras en el Norte, y clásicamente rubias en el Sur. Y las palmeras que, como espigados centinelas, otean el mar, a lo largo de toda la costa, desde San Juan de la Rambla hasta la Isla Baja.

Porque est án, también, los valles subtropicales, como el de la Orotava, y los bosques de pinos, y las brumas de medianias que se transforman en manto blanco desde lo alto: el mar de las nubes.

La Gente.

La amabilidad es un don del que se sienten orgullosos todos los isleños. En la ciudad, industriosa y comercial, o en el pequeño pueblo de casitas blancas con balconadas de madera, en el cosmopolita centro turístico o en la aldea encaramada en la empinada ladera de cualquier montaña, el viajero que se acerca a Tenerife puede estar seguro de hallar dos cosas en común: la cordialidad y la simpatía de sus gentes.
Es el tinerfeño, también, amante de sus tradiciones, desde el mantenimiento de unas típicas arquitecturas de patios y balcones de tea y cal, hasta la conservación de los usos artesanales de sus antepasados. La cerámica, bellísima y original, ignora el torno, como lo ignoraban los primitivos habitantes de la isla, y la filigrana de arte y paciencia del calado es un blanco saludo de bienvenida, surgido de la magia de los pacientes y ágiles dedos de la mujer de esta tierra.
Festivo y expansivo, la música -guitarra y timple- no pueden faltar en ninguna celebración. El folklore, cadencioso en las folias y malagueñas, alegre o alborotado, en las isas, tanganillas y saltonas, marida a la perfección las influencias españolas, americanas y prehispánicas de la que se nutre.
Un folklore que alcanza su mas espectacular expresión en las romerías, fiesta a la vez paganas y religiosas, en las que destaca el color de los típicos atuendos y el derroche de alegría popular. Aunque hay muchas romerías, las mas famosas y concurridas son las de San Isidro, en la Orotava, San Benito, n La Laguna, y San Roque, en Garachico.

La Gastronomía. .

Merece la pena adentrarse en el conocimiento, en el descubrimiento de la gastronomía de Tenerife. Una cocina basada, fundamentalmente, en la sencillez, pero que depara autenticas sorpresas al paladar.
Acorde con los climas de la isla, con el mar generoso como despensa natural, huye esta cocina de las complicaciones y logra, con los mínimos elementos, creaciones deliciosas que, además, poseen el aliciente de lo natural, de lo autentico.
Los pescados, como la vieja, de exquisito paladarse preparan "sancochados", hervidos, acompañados de mojo -una salsa ligeramente picante que puede ser roja o de cilantro- y de las celebres papas arrugadas. Pero, tampoco es desdeñable la cazuela de mero o de cherne con el aditamiento de un buen escaldón del popular gofio.
Otros platos muy típicos son el conejo en salmorejo, una salsa plagada de sugerentes aromas, la carne de fiesta. Cualquiera de estas especialidades puede y debe regarse con el vino de la tierra; con el oscuro tinto de Tacoronte-Acentejo, de calidades extraordinarias, o con el blanco del Sur (siempre la perenne dualidad).
No hay que pasar por alto los quesos, blancos y tiernos, como el de Vilaflor, ni olvidar, a la hora del postre, que estamos en un vergel de frutas tropicales: el mango, la piña, la papaya, la parchita....
Aunque, en este ultimo capitulo de una buena comida, con la fruta compite una completa repostería de bien justificada fama, de entre la que hay que citar, por méritos propios, los huevos moles, la leche asada, el frangollo y el bienmesabe.
Pero, aun dicho todo esto, si el visitante no es partidario de las exploraciones y los descubrimientos gastronómicos, Tenerife cuenta con estupendos restaurantes de cartas internacionales, a parte, claro esta, de otros especializados en cocines de diversos países: española, francesa italiana, alemana, hindú, mexicana...
A elegir, pues, y a comprobar que Tenerife es, en este como en tantos aspectos, una isla con sabor.

La Hospitalidad.

La hospitalidad forma parte del carácter de Tenerife. Es una virtud latente en el ambiente y destilada a través de la historia y de las circunstancias de la isla. Sus situación geográfica, puente de paso obligada durante siglos, en la ruta entre Europa y América, la convirtió en escala y objetivo de comerciantes, aventureros, y científicos. El contacto con otras culturas y otras gentes fue, siempre, aquí habitual, incluso en las épocas en que otros territorios y naciones se cerraban en si mismas.
Esa hospitalidad y simpatías proverbiales en Tenerife serán las que conviertan la estancia del visitante en una experiencia mas agradable si cabe. Una hospitalidad que se percibirá desde el mismo momento de la llegada al aeropuerto y que se prolongara en los servicios del hotel, en los lugares de diversión, en los momentos de compra, en la vida cotidiana de sus vacaciones...
El clima, los paisajes y este modo natural de ser del isleño, han sido los factores que han transformado la isla en un destino turístico de primer orden. Las instalaciones hoteleras y extrahoteleras, sin duda alguna, las mas modernas, confortables y mejor dotadas que se puedan exigir están en consonancia con esa idea común de hospitalidad y su arquitectura suele amoldarse a las características del paisaje donde se ubican, en armonía con su entorno.
Esta excepcional calidad de las instalaciones turísticas convierten a la isla, además, en el centro ideal de congresos de todo tipo de grandes reuniones empresariales.
Trabajar, aquí, es también un placer. Porque, en Tenerife, las sonrisas son sinceras y la exquisita atención, un modo natural de actuar.

Los Deportes. .

Una isla es un territorio rodeado por el mar. Si, además, esa isla es Tenerife, que goza de un clima realmente envidiable durante doce meses al año, es perfectamente lógico que, aquí, sean los deportes náuticos los mas practicados: sufing, vela, pesca en todas sus modalidades...
Pero, por supuesto, la isla le brinda la posibilidad de realizar su deporte favorito también fuera del agua. Existen magníficos campos de golf, tanto en el norte como en el sur, clubs hípicos, canchas de tenis y de squash, gimnasios...
Un bonito deporte, para los amantes de la naturaleza, es el muy simple, pero, a la vez muy saludable, de caminar. Tenerife cuenta con una completa red de senderos turísticos, perfectamente señalizados y dotados con alguna rústicas comodidades para la parada y el descanso, a través de los cuales se puede penetrar en los paisajes mas recónditos de su geografía y admirar, paseando entre los bosques, perspectivas de la isla inéditas e insospechadas.
Para los interesados por el folklore local, puede resultar interesante conocer dos deportes vernáculos, en los que destreza y nobleza son protagonistas a partes iguales: la lucha canaria y el banot o juego del palo, ambos de raíces prehispánicas y pastoriles.

Las Excursiones. .

Desde su punto de residencia durante su estancia en la isla, usted tiene la oportunidad de conocer, realmente, toda esa diversidad de paisajes y climas que ofrece Tenerife. Si se limita a conducir un automóvil sin un plan prefijado, probablemente hallara maravillas y se tropezara con insospechadas sorpresas. Pero, si prefiere contar con algunas sugerencias previas, aquí se las brindamos.
Cerca de Santa Cruz, esta el barrio marinero de San Andrés, con la playa de Las Teresitas y múltiples "guanchinches" -tascas y tabernas- donde saborear el fresco pescado de la zona. Carretera arriba, serpenteando por entre un paisaje cambiante y cada vez mas verde, se llega al Bailadero, respirando aromas de laurisilva. En la otra vertiente esta taganana, un blanco pueblo colgado de las montañas, y mas abajo la playa de Almáciga. Al regresar, puede hacerlo cruzando el bosque de Las Mercedes, para desembocar en La Laguna, la ciudad universitaria, de calles rectas y coloniales, verdadero museo arquitectónico de la historia insular.
Una excursión obligada es la que nos conduce a Las Cañadas del Teide por la carretera dorsal, pasando por los prados verdes y ondulados de La Esperanza. Según se asciende mas y mas, los campos y los pinos van dejando paso a las tierras ocres, grises y azuladas o verdosas, a los bloques de lava, hasta que, de pronto, se nos presenta, ante la mirada, la visión de un Teide gigantesco en medio de un paraje alucinante, muestra callada de ancestrales acontecimientos telúricos.
Al despedirnos de Las Cañadas, podemos tomar el camino que conduce al valle de La Orotava, un alfombrado manto de plataneras y vegetación o bajar hacia el sur, por la ruta de Vilaflor, plagada de almendros florecidos, y llegar hasta el colosal acantilado de Los Gigantes, vertical e imponente sobre el manso mar que se despereza a sus pies.
Mas allá de la ciudad turística del Puerto de la Cruz, se alcanza la ruta bordeada de palmeras que nos lleva hasta la isla baja, pasando por Icod de los Vinos -donde hay que detenerse para admirar el mas longevo de los ejemplares del drago existente en el archipiélago- y con parada obligatoria y fotográfica en Garachico, una villa casi circular que parece extraída de la imaginación de un ilustrador de cuentos fantásticos...
Estas son algunas de las excursiones que les sugerimos. Pero, hay mas, muchas mas en Tenerife, que dependen únicamente del tiempo y la curiosidad del visitante.

La Diversión. .

Divertirse es fácil en Tenerife. Para chicos y grandes. Además de la playa, el deporte y la fiesta, múltiples aliciente aguardan al turista.
Hay especiales instalaciones de recreo como el Aquapark Octopus, en el sur, o el Loro Parque, en el Puerto de la Cruz, con exhibición de shows protagonizados por papagayos increíblemente listos o por inteligentes delfines. También le será posible, por ejemplo, disfrutar de una autentica cena medieval con torneo incluido.
La inmensa mayoría de los hoteles cuentan con sus propios espectáculos de gran categoría y con expertos en animación.
Comprar, en Tenerife, resulta, en realidad, una diversión rentable. Las especiales condiciones fiscales y de adhesión de las Islas a la Comunidad Económica Europea hacen que los precios de ciertos productos sean mucho mas baratos en la isla que en el continente. Los populares y concurridísimos bazares hindús, en los que se venden aparatos fotográficos, de alta fidelidad, televisores, relojes, videojuegos, joyas, instrumentos ópticos, sedas, etcétera, son un atractivo irresistible para el turista.
La actividad cultural en la isla es intensa. Museos y salas de exposiciones ofertan al interesado en las artes plásticas las mas actuales muestras de arte. En Santa Cruz de Tenerife existe una exposición permanente de escultura en la calle, que adorna sus avenidas y jardines con obras de autores del prestigio de Moore o de Chillida. En La Laguna, anualmente, tiene lugar un Festival Internacional de Teatro, en la que participan compañías de todo el mundo con los montajes mas relevantes o polémicos de la temporada. Y el Festival de Música de Canarias, que se prolonga durante meses, trae a las islas orquestas y solistas de talla mundial, como Placido Domingo o Alfredo Kraus.

La Noche.

Si, siempre, divertirse es fácil en Tenerife, cuando la noche llega, resulta inevitable. Pubs, discotecas, salas de fiestas abren sus puestas a los jóvenes y a los que no son tan jóvenes. Los espectáculos van del folklore al flamenco, pasando por la actuación de grandes estrellas o la coreografía mas o menos atrevida.
Los casinos, -el de Playa de Las Ameridas y el de Taoro- de propiedad publica y cuyos beneficios se destinan, precisamente a mimar la infraestructura turística y redundar en nuevas comodidades y alicientes para el visitante, son los elegantes centro donde se tienta a la fortuna y se hacen risueñas amistades. Bajo un cielo limpio y cuajado de estrellas, Tenerife vive la noche incondicional y apasionadamente.
Pero, de entre todas las noches del año, hay unas con un sabor especial, con un encanto distinto. Las noches de carnaval, la fiesta mas multitudinaria, esperada y bulliciosa de Tenerife. El carnaval es una explosión de creatividad, de humos y de frenético ritmo en la que participan todos los isleños y a la que el foráneo, el visitante no se puede sustraer, arrastrado por un remolino de música y de simpatía, que llena las calles de sol a sol, en una amalgama de cantos, bailes, disfraces y fantasías.
El carnaval es el espíritu alegre y contagioso de una isla, que le aguarda con los brazos de su prodigiosa naturaleza abiertos y con la resplandeciente sonrisa de su sol en los labios.


Particularisimo

Plano de la ciudad de Santa Cruz