Cuentan las crónicas de la conquista de la isla, que los conquistadores, después de desembarcar, se asentaron en el Barranco de Guiniguada. Antes de que se terminase la conquista ya se habían levantado varias casa en el montículo donde los castellanos habían instalado su campamento, entre ellas la Ermita de San Antonio Abad, la primera iglesia y catedral de Gran Canaria.
Este primer asentamiento creció hasta llegar a ocupar los dos márgenes del Guiniguada, dando lugar a los barrios de Vegueta y Triana. El centro de la ciudad se trasladó a la plaza de Santa Ana, donde se empezó a construir la nueva catedral.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII la ciudad creció hacia el interior de la isla, como casi todas las ciudades del archipiélago, ocupando las huertas a las que tan aficionados, como buenos andaluces, fueron sus primeros pobladores. Vegueta, Triana -donde se mezclaban los comerciantes, artesanos y marineros-, la Vega de San José, barrio de agricultores, y los "riscos" habitados por inmigrantes del interior y "rocotes" (pescadores) eran casi toda la ciudad de Las Palmas hasta que, con la construcción del Puerto de la Luz a finales del siglo XIX, surgen los barrios de Arenales, Las Alcaravaneras y La Isleta. Bajo el impulso del turismo y las actividades comerciales en la década de los 60 de este siglo, se consolida la ciudad que asienta a una población que se ha duplicado en los últimos 30 años (en la actualidad unos 400.000 habitantes).
Un recorrido turístico por la ciudad debe empezar por el barrio de Vegueta. En torno a la Plaza de Santa Ana, que data de los primeros años del siglo XVI, están los principales edificios históricos de la ciudad: la Catedral, el Ayuntamiento, la Casa del Regente de la Audiencia y el palacio Episcopal. En la casa donde hoy está el Archivo Histórico Provincial vivió el arcediano de Fuerteventura e insigne historiador, Don José de Viera y Clavijo.
La Catedral empezó a construirse hacia 1.500, pero por falta de fondos se tuvieron que paralizar las obras en 1.570. La larga historia del templo hace que en él se combinen estilos tan distintos como el gótico tardío de su interior y el neoclásico del exterior.
En su interior alberga importantes obras de arte, entre las que habría que destacar el Cristo de Luján Pérez que preside la Sala Capitular. En el Museo Diocesano de Arte Sacro, instalado en una de las salas que dan al Patio de los Naranjos, puede contemplarse parte de este tesoro.
En la trasera de la Catedral, entre la Plaza del Pilarillo Seco y el callejón que lleva a la Ermita de San Antonio Abad, está la Casa-Museo de Colón, un magnífico ejemplo de arquitectura señorial, residencia en tiempo del corregidor, donde parece que pernoctó el Almirante durante su estancia en la isla y donde se exponen objetos relacionados con su paso por las islas de Gran Canaria y La Gomera, así como con la historia de la ciudad y de América.
En la calle de Los Balcones, también en la trasera de la Catedral, está el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), que tras la fachada original neoclásica del siglo XVIII constituye un espacio lleno de luz y armonía.
Yendo en dirección hacia la Plaza del Espíritu Santo podremos contemplar el mejor conjunto neoclásico de la ciudad: la plaza y fuente cubierta para que el agua no se moje, como decían los que acudieron a su construcción. Nos encontraremos también con el Museo Canario, visita imprescindible para quienes estén interesados por conocer quienes eran y cómo vivían los aborígenes canarios.
Cerca del museo, en la Plaza de Santo Domingo, está la iglesia homónima del antiguo Convento Dominico. La construcción original es del siglo XVI. En su interior hay varias imágenes de Luján Pérez y una custodia barroca mejicana del siglo XVIII.
Más detalles
En medio de la Ciudad Jardín, creada por la colonia inglesa que dominó la economía de la isla a finales del siglo pasado, se encuentran los Jardines de Doramas. Es uno de los rincones más distintivos y amenos de la ciudad, con terrazas, restaurantes y casino en los que disfrutar las 24 horas del día.
También en estos jardines está ubicado el Bodegón del Pueblo Canario, obra inspirada por el pintor Néstor y realizada por su hermano Miguel Martín Fernández de la Torre, en la línea de recreación de la arquitectura canaria. Los jueves a las 17.00 horas y los domingos a las 11.30 hay actuaciones folklóricas al aire libre.
Dentro del patio del bodegón del Pueblo Canario está el museo Néstor, que guarda las principales obras del pintor canario.