Risco de San Juan.

En el extremo oeste del barrio de Vegueta, en el inicio del Paseo de San José, la vista se eleva para seguir el serpenteante camino de callejuelas que suben por un abigarrado cuadro de casas y fachadas. Adentrándonos por la calle Real de San Juan, nos encontraremos con la bella ermita de su mismo nombre, de una sola nave y rematada por una espadaña de sillería.

En esta parte, la separación entre el barrio de San Juan y el de San José es apenas inexistente, aunque podríamos trazar una línea en zigzag que suba por las siguientes calles: San Vicente de Paul, continuación por Tajinaste, luego por Bajamar, y finalmente en la Chano Bartolo, ya en las alturas.

Mucho camino debemos andar hasta llegar a lo alto del risco de San Juan: estrechos callejones (unos 45), tortuosas y pendientes escalinatas, nos adentran en las apiñadas viviendas del interior del caserío; de gran singularidad son restos de "portones", edificaciones, generalmente en tomo a un patio o amplio pasillo, compartidas entre varias familias. Atravesando la zona de más reciente edificación, entre cemento y grandes alturas, llegamos a la cima. Ya de vuelta por el extremo norte, es cuando comenzamos a entrever la complejidad del asentamiento poblacional de la zona. Pasamos del abigarramiento de la loma, a casas con apariencia de cubo, y a otras construcciones más antiguas, quizás antaño terreras. Cuando retomamos a la calle Real, y la zona aledaña , una simple mirada a fachadas y casas nos deja fuera de toda duda: estamos, nuevamente, a la sombra del antiguo y señorial barrio de Vegueta.



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